domingo, 17 de junio de 2018

PUM



Ni siquiera es la bala, ese metal forjado para hacer daño.

Ni siquiera es el dedo, masa de huesos y piel, tentáculos para la existencia.

Ni siquiera es el cerebro, máquina capaz de controlar acciones de ese templo.

Tal vez es esa pizca, ese instante, un reflejo de no sé qué,
que se cierne en un tiempo – espacio no predeterminado.

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