Recorrimos vientos
contorneados por
reconfortables olas,
acicalando, una y
otra vez,
el manto fértil que
bañaba los ojos.
Texturizamos
paisajes,
que ávidamente
sorprenden
a quienes la rutina
le carcome la vida.
Impregnamos
escenarios,
acompasados por el
tenue pulso
de la floración de
enero.
Pespunteamos
retazos,
para el fragmentario
manto
de los recuerdos.
Volamos sin son, ni
ton;
atesorando sonrisas
para evocar en esos momentos
donde la
circunspección
cerque el habitáculo
del alma.
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